Una
de las controversias más acentuadas del actual modelo agro-productivo argentino
mostró su rostro en el Distrito de Tornquist.
Días
atrás fue inaugurada por autoridades ejecutivas municipales y provinciales, la
obra de ampliación y remodelación de la Unidad Sanitaria de Sierra de la
Ventana, cuyo costo fue cubierto con aportes económicos recibidos directamente
del Fondo Federal Solidario de la Soja, es decir, el máximo exponente de la
agricultura química contaminante, ligado desde hace años al deterioro
de los ecosistemas y a la generación de enfermedades en las personas, financió
los recursos para la mejora de infraestructura en un centro de salud que
seguramente atendió, atiende y atenderá patologías provocadas por su propia
actividad.
Lamentablemente
la contradicción pasa casi inadvertida, mimetizada detrás de exactas campañas
publicitarias de las “industrias OGM” promotoras de estas actividades
junto al rol del estado que -silenciado por el beneficio económico- aprueba este mecanismo, promovido
intensamente como generador de “bienestar y progreso”, caracterizando a este
monstruo con cara de ángel como el milagro necesario “que rescatará de todos
los males a nuestro país y saciará de una vez por todas el hambre en el mundo”,
argumento con el cual sustentan crónicamente sus actividades los
“beneficiarios” directos del sistema desde los comienzos de la llamada
“revolución verde”, a mediados de la década del 90.
El Fondo Federal Solidario de la
Soja, creado mediante el Decreto Nacional 206/09, se genera a partir de la suma
de las retenciones a la exportación de la soja y se distribuye de la siguiente
manera: la Nación retiene un 70% del total y envía a las provincias remesas por
el restante 30 por ciento. A su vez, las provincias retienen el 70% de lo que
reciben por este concepto, y distribuyen a los municipios según sus leyes el
restante 30 por ciento. El dinero de estas remesas debe ser destinado a
emprendimientos de infraestructura social: escuelas, viviendas, salud, agua
potable, cloacas y otros.
La
obra en cuestión no es la primera realizada en el Distrito de Tornquist con
estos fondos. La construcción del Mirador del Cerro Ventana sobre la ruta N° 76
y la Pista de Salud del Parque Lineal en la ciudad cabecera del partido son
ejemplo de ello.
Las
favorables condiciones de mercado generadas por la presión de las industrias
multinacionales han convertido a la soja en el monocultivo protagonista de
millones de hectáreas de la zona pampeana, litoral y chaqueña, desplazando
otros cultivos o producciones y generando el fenómeno del desarraigo de muchas
familias de trabajadores rurales que han debido migrar a centros urbanos por no
pertenecer a este “campo industrial”, que hoy es atendido en un gran
porcentaje, por empresas altamente tecnificadas, las cuales en un gran número,
comparten los ingresos con ramificaciones de los mismos monopolios artífices de
la actividad, que se ha extendido hasta el límite preciso de los patios de las
viviendas de zonas urbanas y rurales, como así también de las escuelas de campo
que conviven a diario con éstas.
El
cultivo intensivo de la soja OGM –organismos
genéticamente modificados-, como así también el de otras producciones con
genética alterada en laboratorios, viene asociado al uso de un conjunto de
pesticidas altamente tóxicos y perjudiciales para la salud de las personas y la
calidad del medio ambiente llamado “paquete tecnológico”. Detrás de este título
aparentemente inofensivo, se ocultan varios productos de la industria química -venenos-
que se utilizan para el exterminio de especies animales y vegetales que
no favorecen el rendimiento óptimo de la producción, acción contaminante que
también intentan camuflar bajo el elegante nombre de “sanidad vegetal”.
Los
graves daños a la salud de las personas y a la calidad del medio ambiente
ocasionados por el uso de los agrotóxicos es una horrorosa consecuencia minimizada y hasta negada por las industrias
químicas, desatendida por los organismos y autoridades gubernamentales que
deben velar por la salud de la población y asumida como ineludible por los
agricultores acorralados y resignados
ante la necesidad económica. Es así como nos encontramos en la
actualidad en nuestro país, con un gravísimo panorama de enfermedades agudas y
crónicas que han elevado su incidencia en altísimos porcentajes en forma
paralela al incremento de las superficies sembradas y por ende al mayor uso de
pesticidas. Alergias, enfermedades respiratorias, problemas digestivos, leucemias,
cánceres de diferentes tipos, malformaciones, abortos espontáneos, afecciones
neurológicas y otras cantidades de patologías que nos rodean y nos afectan, son
frecuentemente asociadas a la fatalidad del destino, sin darnos cuenta que
muchos ingredientes de esa fatalidad son los contaminantes químicos que están
siendo esparcidos regularmente en el ecosistema que formamos parte.
Sin
dudas, las mejoras y avances en los aspectos de salud pública son siempre bien
recibidos y necesarios, más aún en una zona que viene expandiendo sus fronteras
urbanas pero que también ha sostenido en los últimos períodos volúmenes
constantes en sus superficies sembradas, como por ejemplo la producción de
soja, que según datos de la página WEB del Sistema Integrado de Información
Agropecuaria dependiente del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la
Nación, muestra para el Distrito de Tornquist, una cifra que ronda en promedio
las 7.000 hectáreas por campaña, tomando como referencia las últimas tres. Este
número implicó aproximadamente que, solo para la soja y sin cuantificar
los fungicidas, se esparcieran en el medio ambiente 56.000 litros de
herbicida Glifosato -calculado en base a: 7000 ha x 2 litros/ha[1]
x 4 aplicaciones- y 14.000 litros de insecticida Clorpirifós -calculado
en base a: 7000 ha x 1 litro/ha[2]
x 2 aplicaciones- de los cuales solo una mínima parte cumple con su
objetivo -la mayoría de los investigadores lo evalúan en menos del 0,3%[3]-,
el resto de los pesticidas vertidos migran en el medio ambiente afectando la
salud pública, contaminando suelo, agua y atmósfera.
La
gravedad de la problemática ambiental relacionada con el uso de pesticidas está
claramente planteada en el Distrito de Tornquist. Son algunos ejemplos de ello
varias denuncias de fumigaciones en campos vecinos a lugares habitados, la
contaminación de uno de los tanques de agua de la ciudad de Tornquist con
insecticida 2,4D y el marcado aumento de envases vacíos de agrotóxicos
arrojados en basurales o abandonados al lado de los molinos donde captaron el
agua para preparar la aplicación. Esta situación ha generado reiterados
reclamos de la comunidad a los representantes ejecutivos del gobierno
municipal, los cuales aún no han actuado con la responsabilidad necesaria que
la situación requiere.
Los genuinos autores de la ampliación de la Unidad
Sanitaria “Dr. Emilio Aldaya” de Sierra de la Ventana estuvieron ausentes en la
inauguración, el día 17 de enero de 2013, fecha en que la localidad cumplía sus 105 años. Monsanto, Nidera, Cargill, Losgrobo, Dow y otros, faltaron sin
aviso a este acontecimiento que reiteramos, nos alegra a todos, especialmente a
los habitantes del Distrito de Tornquist, los cuales estrenamos nueva
infraestructura sanitaria, pero, contraria y paradójicamente aún no contamos -por
el reciente veto del poder ejecutivo municipal- con una ordenanza que
regule el uso indebido de agroquímicos para proteger nuestra salud y la calidad
del medio ambiente.
ONG Ambiente Comarca.
[1] Según hoja de datos y seguridad de Roundup
de Monsanto.
[2] Según hoja de datos y seguridad de
Clorpirifos 48 de Nufarm.
[3] Marie-Monique ROBIN, El veneno nuestro de
cada día, op. Cit., p.110.
Fe de erratas: Donde dice "...insecticida 2,4D...", debe decir "...herbicida 2,4D...".
Fe de erratas: Donde dice "...insecticida 2,4D...", debe decir "...herbicida 2,4D...".
Sobre la inocuidad de este sistema productivo dijo Horacio Busanello, presidente de la filial local de la semillera Syngenta y de la Cámara Argentina de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes el 9 de Sept. del 2009:
ResponderEliminar"Usar banderilleros es criminal, y si son chicos, mucho más."
http://www.cronista.com/impresageneral/Sin-glifosato-la-soja-no-es-viable-y-la-produccion-de-granos-cae-70-20090910-0045.html
Syngenta fabrica glifosato "Sulfosato".
Huelgan más palabras.
" Los países que basan su economía en un monocultivo van al suicidio "
ResponderEliminarLo dijo JOSÉ MARTÍ.
¡Tal cual! ... o peor, porque los productores ya no son dueños de sus semillas, ni pueden reutilizarlas.
ResponderEliminarYa no tienen la soberanía alimentaria de su familia, tampoco el país la suya.
No hay otro camino dicen muchos, pero si hay... el de siempre,
15 FAMILIAS VIVEN DE 200 HECTAREAS
http://www.youtube.com/watch?v=5IBrH8QVaHE
UNA GRANJA PARA EL FUTURO
http://www.vidasencilla.es/una-granja-para-el-futuro/