martes, 22 de enero de 2013

Fondo sojero y comunidad: juntos en la salud como en la enfermedad.

    Una de las controversias más acentuadas del actual modelo agro-productivo argentino mostró su rostro en el Distrito de Tornquist.

    Días atrás fue inaugurada por autoridades ejecutivas municipales y provinciales, la obra de ampliación y remodelación de la Unidad Sanitaria de Sierra de la Ventana, cuyo costo fue cubierto con aportes económicos recibidos directamente del Fondo Federal Solidario de la Soja, es decir, el máximo exponente de la agricultura química contaminante, ligado desde hace años al deterioro de los ecosistemas y a la generación de enfermedades en las personas, financió los recursos para la mejora de infraestructura en un centro de salud que seguramente atendió, atiende y atenderá patologías provocadas por su propia actividad.

    Lamentablemente la contradicción pasa casi inadvertida, mimetizada detrás de exactas campañas publicitarias de las “industrias OGM” promotoras de estas actividades junto al rol del estado que -silenciado por el beneficio económico-  aprueba este mecanismo, promovido intensamente como generador de “bienestar y progreso”, caracterizando a este monstruo con cara de ángel como el milagro necesario “que rescatará de todos los males a nuestro país y saciará de una vez por todas el hambre en el mundo”, argumento con el cual sustentan crónicamente sus actividades los “beneficiarios” directos del sistema desde los comienzos de la llamada “revolución verde”, a mediados de la década del 90.

     El Fondo Federal Solidario de la Soja, creado mediante el Decreto Nacional 206/09, se genera a partir de la suma de las retenciones a la exportación de la soja y se distribuye de la siguiente manera: la Nación retiene un 70% del total y envía a las provincias remesas por el restante 30 por ciento. A su vez, las provincias retienen el 70% de lo que reciben por este concepto, y distribuyen a los municipios según sus leyes el restante 30 por ciento. El dinero de estas remesas debe ser destinado a emprendimientos de infraestructura social: escuelas, viviendas, salud, agua potable, cloacas y otros.

    La obra en cuestión no es la primera realizada en el Distrito de Tornquist con estos fondos. La construcción del Mirador del Cerro Ventana sobre la ruta N° 76 y la Pista de Salud del Parque Lineal en la ciudad cabecera del partido son ejemplo de ello.

    Las favorables condiciones de mercado generadas por la presión de las industrias multinacionales han convertido a la soja en el monocultivo protagonista de millones de hectáreas de la zona pampeana, litoral y chaqueña, desplazando otros cultivos o producciones y generando el fenómeno del desarraigo de muchas familias de trabajadores rurales que han debido migrar a centros urbanos por no pertenecer a este “campo industrial”, que hoy es atendido en un gran porcentaje, por empresas altamente tecnificadas, las cuales en un gran número, comparten los ingresos con ramificaciones de los mismos monopolios artífices de la actividad, que se ha extendido hasta el límite preciso de los patios de las viviendas de zonas urbanas y rurales, como así también de las escuelas de campo que conviven a diario con éstas.

Las banquinas con monocultivos que eran exclusivas de la zona núcleo, hoy ya están aquí, 
sobre la ruta 72,  destruyendo los pastizales naturales, los cuales son un verdadero refugio
para la biodiversidad que migra ante la expansión desmedida de la frontera agropecuaria.

    El cultivo intensivo de la soja OGM organismos genéticamente modificados-, como así también el de otras producciones con genética alterada en laboratorios, viene asociado al uso de un conjunto de pesticidas altamente tóxicos y perjudiciales para la salud de las personas y la calidad del medio ambiente llamado “paquete tecnológico”. Detrás de este título aparentemente inofensivo, se ocultan varios productos de la industria química -venenos- que se utilizan para el exterminio de especies animales y vegetales que no favorecen el rendimiento óptimo de la producción, acción contaminante que también intentan camuflar bajo el elegante nombre de “sanidad vegetal”.

    Los graves daños a la salud de las personas y a la calidad del medio ambiente ocasionados por el uso de los agrotóxicos es una horrorosa consecuencia minimizada y hasta negada por las industrias químicas, desatendida por los organismos y autoridades gubernamentales que deben velar por la salud de la población y asumida como ineludible por los agricultores acorralados y  resignados ante la necesidad económica. Es así como nos encontramos en la actualidad en nuestro país, con un gravísimo panorama de enfermedades agudas y crónicas que han elevado su incidencia en altísimos porcentajes en forma paralela al incremento de las superficies sembradas y por ende al mayor uso de pesticidas. Alergias, enfermedades respiratorias, problemas digestivos, leucemias, cánceres de diferentes tipos, malformaciones, abortos espontáneos, afecciones neurológicas y otras cantidades de patologías que nos rodean y nos afectan, son frecuentemente asociadas a la fatalidad del destino, sin darnos cuenta que muchos ingredientes de esa fatalidad son los contaminantes químicos que están siendo esparcidos regularmente en el ecosistema que formamos parte.

    Sin dudas, las mejoras y avances en los aspectos de salud pública son siempre bien recibidos y necesarios, más aún en una zona que viene expandiendo sus fronteras urbanas pero que también ha sostenido en los últimos períodos volúmenes constantes en sus superficies sembradas, como por ejemplo la producción de soja, que según datos de la página WEB del Sistema Integrado de Información Agropecuaria dependiente del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, muestra para el Distrito de Tornquist, una cifra que ronda en promedio las 7.000 hectáreas por campaña, tomando como referencia las últimas tres. Este número implicó aproximadamente que, solo para la soja y sin cuantificar los fungicidas, se esparcieran en el medio ambiente 56.000 litros de herbicida Glifosato -calculado en base a: 7000 ha x 2 litros/ha[1] x 4 aplicaciones- y 14.000 litros de insecticida Clorpirifós -calculado en base a: 7000 ha x 1 litro/ha[2] x 2 aplicaciones- de los cuales solo una mínima parte cumple con su objetivo -la mayoría de los investigadores lo evalúan en menos del 0,3%[3]-, el resto de los pesticidas vertidos migran en el medio ambiente afectando la salud pública, contaminando suelo, agua y atmósfera.

    La gravedad de la problemática ambiental relacionada con el uso de pesticidas está claramente planteada en el Distrito de Tornquist. Son algunos ejemplos de ello varias denuncias de fumigaciones en campos vecinos a lugares habitados, la contaminación de uno de los tanques de agua de la ciudad de Tornquist con insecticida 2,4D y el marcado aumento de envases vacíos de agrotóxicos arrojados en basurales o abandonados al lado de los molinos donde captaron el agua para preparar la aplicación. Esta situación ha generado reiterados reclamos de la comunidad a los representantes ejecutivos del gobierno municipal, los cuales aún no han actuado con la responsabilidad necesaria que la situación requiere.

    Los genuinos autores de la ampliación de la Unidad Sanitaria “Dr. Emilio Aldaya” de Sierra de la Ventana estuvieron ausentes en la inauguración, el día 17 de enero de 2013, fecha en que la localidad cumplía sus 105 años. Monsanto, Nidera, Cargill, Losgrobo, Dow y otros, faltaron sin aviso a este acontecimiento que reiteramos, nos alegra a todos, especialmente a los habitantes del Distrito de Tornquist, los cuales estrenamos nueva infraestructura sanitaria, pero, contraria y paradójicamente aún no contamos -por el reciente veto del poder ejecutivo municipal- con una ordenanza que regule el uso indebido de agroquímicos para proteger nuestra salud y la calidad del medio ambiente.

ONG Ambiente Comarca.



[1]    Según hoja de datos y seguridad de Roundup de Monsanto.
[2]    Según hoja de datos y seguridad de Clorpirifos 48 de Nufarm.
[3]    Marie-Monique ROBIN, El veneno nuestro de cada día, op. Cit., p.110.

Fe de erratas: Donde dice "...insecticida 2,4D...", debe decir "...herbicida 2,4D...".

3 comentarios:

  1. Sobre la inocuidad de este sistema productivo dijo Horacio Busanello, presidente de la filial local de la semillera Syngenta y de la Cámara Argentina de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes el 9 de Sept. del 2009:

    "Usar banderilleros es criminal, y si son chicos, mucho más."

    http://www.cronista.com/impresageneral/Sin-glifosato-la-soja-no-es-viable-y-la-produccion-de-granos-cae-70-20090910-0045.html

    Syngenta fabrica glifosato "Sulfosato".

    Huelgan más palabras.

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  2. " Los países que basan su economía en un monocultivo van al suicidio "

    Lo dijo JOSÉ MARTÍ.

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  3. ¡Tal cual! ... o peor, porque los productores ya no son dueños de sus semillas, ni pueden reutilizarlas.
    Ya no tienen la soberanía alimentaria de su familia, tampoco el país la suya.

    No hay otro camino dicen muchos, pero si hay... el de siempre,

    15 FAMILIAS VIVEN DE 200 HECTAREAS
    http://www.youtube.com/watch?v=5IBrH8QVaHE

    UNA GRANJA PARA EL FUTURO
    http://www.vidasencilla.es/una-granja-para-el-futuro/

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