La fumigación indiscriminada está afectando la salud de la población en distintos pueblos de San Luis. | Foto: Kika Films Dos integrantes de la Asociación Campesinos del Valle de Conlara y sus familias fueron fumigados en plena ruta, según denunciaron ayer. El episodio terminó en la guardia del hospital local, en donde fueron atendidos por síntomas de intoxicación aguda.
“Veníamos por la autopista 55 y en Ojo del Río vimos que venía la avioneta; dio vueltas sobre la casa de un vecino y cuando nos bajamos sentimos un olor espantoso. Estaba fumigando sobre las casas y todos los que estaban afuera, con los niños chupándose todo eso. Al subir a la camioneta sentimos que nos picaba la nariz, se nos adormecía la punta de la lengua, la garganta. Nos fuimos al Hospital y la médica nos dio un certificado verificando que había sido por absorber el veneno de las fumigaciones”, comenta María Frette, integrante de la asociación que nuclea a gente de la zona y parajes rurales, productores que viven y trabajan en sus campos.
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Mapa con la ubicación del lugar publicado por ONG Ambiente Comarca. |
“No fue tan grave como para que peligre nuestra vida en lo inmediato, pero mi hija de seis meses que estaba en la camioneta respiró el mismo aire que nosotros, de ahí la mayor indignación”, agrega Fernando Frank, ingeniero agrónomo. La fumigación de casas particulares y eventuales automovilistas que desalertados circulan por las ruta no es nueva: “Mi vieja me está llamando todos los días porque está mi niña allá por las vacaciones y están preocupados. Todos los días pasa la avioneta como a las seis de la tarde y da vueltas y vueltas. Todos los días lo hacen, desde hace cerca de un mes así intensivamente. Y lo hacen también cuando hay viento, que se trae todo para las casas”.
“El olor al líquido nos está llegando desde hace dos o tres años”, advierte Gregorio Arias, de la comunidad de Santa Martina. “El año pasado alquilaron la tierra que limita con el frente de mi casa y empezaron a fumigar arriba de mi casa. Desde entonces su familia presenta todos los síntomas de las intoxicaciones agudas por agrotóxicos: “reacciones alérgicas, dolor de cabeza, picazón en los ojos, se nos descompone el estómago, el año pasado tuvimos infección urinaria todos juntos".
"Si vamos cinco familias juntas el doctor al menos tendría que decir 'acá está pasando algo, investiguemos'... Yo creo que saben bastante del tema pero para conservar un trabajo no se quieren meter con el poder y las empresas que fumigan y cuidan sus cultivos son poder y plata, todo lo que pueden comprar lo compran”, expresó.
“Desde hace unos 15 años se descubrió que el Valle de Conlara tiene un acuífero con mucha cantidad y calidad del agua y se instalaron empresas que desmontaron e hicieron grandes perforaciones por ejemplo pozos a 200 metros y de gran diámetro y riegan con el sistema de pivot central que se ven en las imágenes satelitales. Dentro de ese círculo se hace agricultura bajo riego, sobre todo soja y maíz y algunas empresas transnacionales hacen también semillas. Dentro de ese círculo se hacen fumigación descontrolada con veneno mediante aviones que rocían el veneno pulverizado en gotas con producto muy concentrado y muchas veces con insecticidas que para la salud humana son muy peligrosos”, advierte Frank.
Viviendas en la mira. Anibal Catáneo, integrante de la Agrupación Juvennat, promotora de una Ordenanza que desde noviembre prohíbe las fumigaciones con agrotóxicos en el municipio de Merlo, cuenta los antecedentes y motores de una norma que intenta presionar al poder político para que normas similares se promulguen en los municipios vecinos. “En las fumigaciones los aviones necesitan referencias; en el Chaco utilizan chicos con banderitas, los famosos banderilleros que no viven más de 14 ó 15 años. Acá utilizan casas. Una vivienda marca en dónde tiene que doblar el avión para fumigar el lote siguiente y en la maniobra sigue fumigando entonces contamina a la vivienda y alrededores y a sus habitantes.
“Por ejemplo, para fumigar una cantidad determinada de hectáreas el avión tiene que arrojar tanto líquido, pero hay que contemplar los vientos porque se calcula que estos hacen que solo el 40% de lo que tiran llega a donde tiene que llegar. El resto de esta sustancia queda en suspensión en el aire, convirtiendo a toda la zona en un núcleo de riesgo que según múltiples denuncias genera importantes problemas de salud, tal como quedó demostrado en Ituzaingó, Córdoba.
De hecho, para redactar la nueva ordenanza, los merlinos tomaron “el modelo de Ituzaingó que fue de las más notorias porque tuvieron un 15% de personas con cáncer y leucemia”, denuncia Catáneo. Y aclara este pueblo desconocido por la mayoría está en una emergencia ambiental, ya no se puede vivir ahí, según declaró el Instituto Panamericano de la Salud.
Pero el problema ya está instalado y amenaza con extenderse, salvo que se apliquen medidas para impedir su propagación, que tiene carácter global. “Están contaminando nuestros alimentos, nos van a enfermar a los animales, ya hemos tenido varios abortos en las cabras, en las chanchas, que es uno de los síntomas que provoca el glifosato”, advierte Gregorio Arias.
“Nosotros seguimos produciendo, pero se hace muy difícil. Uno tiene todas las intenciones de vivir y producir en el campo alimentos sanos como siempre ha producido el campesino de acuerdo con la naturaleza y conviviendo con el monte, con el campo, sin tirar veneno y manteniendo una vida sana. Pero ¿a dónde podemos llegar si nos siguen tirando veneno? Nos vamos a enfermar todos”.
(*) Especial para Perfil.com.
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