Por Fernando Cabaleiro
- Qué es lo que más le gusta
del derecho ?
- Que dé en cuando en
cuando, no muy a menudo, se presentan casos donde sentís que
estás haciendo la ley, y que cuando ello sucede, es
emocionante.” (Personaje de Tom Hanks.)
Fragmento de la película
“Philadelphia”.
2 de Junio de 2015. Había emprendido el
viaje desde Buenos Aires a Sierra de la Ventana. La cita era
a las 10 de la mañana, el miércoles 3, en la Escuela rural
Martín Fierro, en El Paraje El Relincho, partido de Coronel
Suárez. Se trata del caso Grynberg, en el cual la justicia
de Bahía Blanca dispuso una medida cautelar que prohíbe las
fumigaciones aéreas y terrestres con agrotóxicos, a menos de
2 kms y mil metros, respectivamente, de la escuela. El juez
de la causa inéditamente había ordenado una inspección en el
establecimiento educativo, la cual, el mismo, iba a llevar
cabo.
Atrás había quedado el trabajo
encomiable de Emanuel Garrido, funcionario público que
denunció la problemática de las escuelas rurales fumigadas
en Coronel Suárez; arriesgó todo hasta su propio cargo.
Todavía recuerdo la noche que llegó a Los Toldos, con su
Ranchera y la familia completa (los dos críos y su mujer
Rahel embarazada de 6 meses), en Setiembre de 2014, para
asistir y testimoniar sobre su trabajo de casi 2 años, en el
6° encuentro de Pueblos Fumigados. Apenas se bajó, y a la
pregunta del como andas, su respuesta fue tajante:
indignadísimo fumigaron una escuela con 2,4.d Fer, con
vientos fuertísimos esto lo tenemos que parar.
Había que responder a ese reclamo de
Emanuel, era justo y las condiciones estaban dadas: su
trabajo de dos años, el funcionario público comprometido,
la escuela rural fumigada, los testigos de la fumigación -
docentes a la vez -, la investigación del CIMA de La Plata
sobre el agua de lluvia en las escuelas rurales de Coronel
Suárez (en el 75% de las muestras se hallo agroquímicos), el
peligroso 2,4-d y la irresponsabilidad del productor
agropecuario fumigando en un lugar de vientos fuertes, y en
pleno horario escolar.
Apenas analizamos esas premisas, con mi
socia en el caso, no dudamos y coincidimos: es el caso
judicial.
Durante un mes elaboramos la demanda,
la energía de trabajo que vivimos fue increíble. Había tres
personas que confluían en un mismo punto: proteger la
escuela rural Martín Fierro. Se lograron las colaboraciones
de Damián Verzeñassi y Medardo Ávila, en materia de salud,
los aportes de las propuestas alternativas de producción
agropecuaria de Javier Souza Casadhino, el trabajo técnico
sobre las derivas de Marcos Tommasoni, y las investigaciones
de Damián Marino y el equipo del CIMA. También se contó con
las testimonios comprometidos de la ex-directora de la
escuela, Elisa Loffler, y de Gabriel Molinero, docente de
otra escuela rural, que justo pasaba con su auto al momento
de la fumigación, y se detuvo para avisar a las autoridades
escolares. Y no quiero olvidarme de la valentía de Jimena
Grynberg, maestra de ingles, sencilla y que con la humildad
inmensa como su valentía, acepto encabezar la demanda.
Faltaba el juez.
El 20 de octubre de 2014, se interpuso
el amparo, el sorteo había determinado que fuera competente
la justicia de ejecución penal.
La praxis nos indicaba que ello no era
alentador. Por lo general los jueces penales en la provincia
de Buenos Aires, tienen una aversión con los amparos
ambientales. Pero decidimos esperar, no quedaba otra. Y la
espera, no iba a ser grata, apenas una hora de interpuesto
el amparo, Emanuel llama al celular avisando que el
Municipio de Coronel Suárez prescindía de sus servicios. Era
un costo muy alto desde lo injusto para semejante ejercicio
ético de la función pública. "Hice lo que tenía que hacer
fer, ahora que resuelva la justicia" dijo Emanuel sin
resquebrajarse como quien se expresa con toda la osamenta de
su entereza moral. Luego de ese golpe a Emanuel, venia
inmediatamente otro igual de fuerte. Las tres madres
que se presentaron al proceso judicial por sus hijos que
asisten a la escuela rural Martin Fierro, fueron advertidas
por los capataces de sus maridos (empleados rurales), que
si no renunciaban al amparo, aquellos se iban a quedar sin
trabajo. Era una advertencia determinante para que las
madres cedieran. Algo que efectivamente ocurrió.
Como se ve la coacción y la amenaza son
las únicas herramientas para enfrentar la verdad.
Luego mas tarde, sabríamos que el juez de
la causa se llamaba Claudio Brun; y a los dos días
recibiríamos la
noticia que había hecho lugar a la medida cautelar, tal cual
se había solicitado.
Existían motivos para no festejar esa
decisión judicial, sino apenas tomarla como un
paliativo frente a lo que estaba sucediendo.
Cuando lo llamé a Emanuel para avisarle
del fallo, se quebró por primera vez desde que lo conocí,
era una respuesta a su dignidad y la mejor devolución que
se le podía dar a un ser humano que acaba de quedarse sin
trabajo, con dos hijos y uno por venir y un alquiler de
vivienda sostenido con alfileres.
Contra los disgustos y los percances, Grynberg
comenzaba a emocionarnos.
Por eso, estábamos firmes, el pasado 2 de Junio en
ese viaje a Sierra. Había decidido hacerlo en tren para
abaratar costos. Allá me esperaban Aiko y Luis, dos activos
participantes históricos de la Unión de Asambleas
Ciudadanas, para hacer los 30 kms que
separan la estación de tren de Sierra de la Escuela Rural
Martín Fierro, en un Renault 12 que desafiaba los vientos
serranos.
A las 10 y punto, el juez Claudio Brun
se hizo presente con el personal del juzgado. No me dejaba
de sorprender el hecho de que el Juez estuviera allí mismo.
La praxis lamentablemente, nos ha
mostrado siempre una justicia de excesivo rigor formal en
cosas nimias, como así también abstraída y deshumanizada. Un
juez haciendo un reconocimiento judicial en una causa
ambiental es algo excepcional, es cierto debería no serlo,
pero la realidad es inobjetable y la padecemos.
Todo lo
contrario a ese estado imperativo, Brun se mostró compenetrado con
el caso, entró a la escuela con firmeza y habló con la
portera informándole sobre la existencia de una causa
judicial por las
fumigaciones con agroquímicos, dijo que no se asustaran, que
solo se iba a ver la parte externa de la escuela, también
pidió a las partes que no sacáramos fotos a los rostros
de los chicos, "pueden ser sus hijos y a uds no les
gustaría", dijo.
Recorrimos todos los campos aledaños a
la escuela, el mismo Brun sacó fotos con su cámara, vimos
también como anotaba. Se percató de los fuertes vientos, que
fueron los mismos que asolaron el día que se fumigó,
demostrándose así que la deriva es incontrolable. Pudo ver con
sus propios ojos como esos niños, que ahora jugaban al basquet en el patio, esa mañana
del 12 de Setiembre de 2014 estuvieron sometidos a un
terrible atentado a su salud. Eran los mismos niños que
Brun, con su orden judicial cautelar, había decidido
proteger, y ahora estaba a metros de ellos, también
cuidándolos con el gesto de la prohibición de las fotos.
Cuando terminó la inspección, el juez
saludó a uno por uno de la mano y partió de nuevo para Bahía Blanca,
para seguir con sus tareas.
Nosotros, con Aiko y Luis volvimos a
Sierra, y en mi caso, para emprender el regreso a Buenos
Aires en tren, tras un intenso día, donde la justicia de
Brun, desacartonada, activa y dinámica se nos había hecho
más humana, tan humana como la dignidad de Emanuel y, claro,
por supuesto, también con la emoción a la que refiere el
personaje de Tom Hanks.
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